Mis padres nunca
se amaron. Sin ser virtuosos decidieron casarse debido a un inesperado
problema que venía en camino: yo. De no hacerlo, yo sería considerado un
bastardo y mi madre apaleada por ello. Así que los dos se consagraron a una
vida que ninguno buscó. La de esposos y padres. Tenían apenas veinte años y un
único sueño en común: librarse del imperio invasor.
A pesar de ello,
mi infancia fue feliz. Primero solo y después en compañía de mis
hermanos. Mi padre, a pesar de su ascendencia real, era un hombre
trabajador, un artesano, que en sus ratos libres nos hablaba de libertad. Mi
madre, era una mujer sencilla y, al igual que mi padre, una
revolucionaria.
Al crecer, seguí
los pasos de mis progenitores. Tuve la suerte de calar en los corazones de mis
paisanos, con lo que pronto tuve una buena horda de seguidores. Juntos nos
hicimos fuertes y luchamos contra el pueblo que nos oprimía.
También me
enamoré. Según la gente, no era la mujer adecuada para mí. No tenía buena fama
y era a menudo acusada de prostituta. Habladurías. Era más inteligente que
muchos hombres y tal vez debido a ello, acuñaba mala fama. Ella fue mi mayor
pilar, sobre todo cuando pusieron precio a mi cabeza.
Logré esconderme
bien, tenía buenos amigos entre mis seguidores. No contaba con que uno de ellos
me traicionaría y me entregaría a los romanos, a nuestros opresores.
Ayer me
crucificaron. Clavaron mis miembros a un palo en forma de cruz y quedé expuesto
a una lenta y dolorosa agonía por hambre, sed y hemorragias. Sentí un gran
dolor y más cuando, entre brumas, vi llorar a mi amor, a María Magdalena, la
mujer que pronto alumbrará a nuestro hijo.
Si lee esto el arzobispo de Valencia te excomulga directamente, pero a mi me ha encantado, planteas algo que me parece mucho más lógico y real que lo que nos quieren hace creer. Un besote.
ResponderEliminarJajajajaja . Pues me ahorra la molestia de ir yo a apostatar directamente. :)
Eliminarestamos en tiempo de cambios, y yo confió que haya cambios para mejor en todos los aspectos, sino a este paso nadie podrá abrir la boca. Besazos
ResponderEliminarA veces me da la sensación de que estamos en la Europa fascista de antaño...
ResponderEliminarantes podía ser...con estos cambios,no
ResponderEliminarPero, ¿qué cambios? Yo no veo ninguno... Los jóvenes cada vez son más fascistas, racistas e intolerantes. En cuantos a los políticos, pues aún no veo que hayan cambiado nada.
EliminarGeniaaaaaaa....me encantó, qué belleza de relato. Me quito el sombrero, Sue, me encanta tu manera de escribir. Besos.
ResponderEliminarJajajaja. ¡Muchas gracias! Con piropos así una encara el día mucho más animada.
EliminarUn besico grande.