La mujer había decidido alquilar una de las
habitaciones de su casa. Estaba contenta con la inquilina, una estudiante de
derecho, limpia y afectuosa que nunca le había dado problemas.
Una noche creyó percibir un ruido procedente de la
habitación de la muchacha y se inquietó. Se dirigió al cuarto de la chica y
entonces escuchó un gemido.
Sin poder evitarlo, la mujer puso su ojo derecho en
el ojo de la cerradura
Había un chico allí. En la cama con la inquilina.
El muchacho cogió un racimo de uvas. Lo pasó por el
cuello, los pezones y la parte interior de los muslos de su pareja. Después, se
puso uno de los frutos en la boca y lo
presionó suavemente contra el clítoris de la chica.
La mujer se sintió azorada al ser espectadora de
semejante escena. Sin pretenderlo, estaba siendo testigo involuntario de los
juegos amorosos de su inquilina. Quiso darse media vuelta, pero una fuerza
desconocida se lo impidió.
La muchacha gimió. Un estremecimiento sacudió su
cuerpo. Su compañero, irguiéndose, la
besó en la boca. Acto seguido la dejó sola.
Regresó con un tubo de pasta de
dientes y un cubito de hielo que la mujer supuso procedía de su congelador.
Ofreció ambas cosas a la chica. Ella extrajo el dentífrico y lo extendió en el
pene del muchacho, al tiempo que se lo acariciaba con el cubito. El contraste
de frío y calor lo enloqueció.
La mujer no quiso seguir mirando. Se encerró en su
habitación procurando no hacer ruido. Tumbada en la cama recordó a su difunto
marido y lo poco satisfactorias que habían sido las relaciones sexuales entre
ambos. Él arriba y ella abajo.
Siempre.
Y, por supuesto, nada de juegos previos.
Esa noche durmió inquieta, con la sensación de que
se había perdido algo importante. Despertó sudorosa y agitada, con humedad
entre las piernas.
Se levantó y, sin tan siquiera desayunar, encendió
el portátil. Al cabo de una hora había encontrado lo que quería. En unos días
recibiría en su domicilio un vibrador.
Grande y suave.
De color violeta.
Como su nombre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus comentarios son siempre bienvenidos