Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.
No vienen de ti, sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.
Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas
viven en la casa de mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.
pero no sus almas, porque ellas
viven en la casa de mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos
semejantes a ti
porque la vida no retrocede
ni se detiene en el ayer.
pero no procures hacerlos
semejantes a ti
porque la vida no retrocede
ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas son lanzados.
como flechas vivas son lanzados.
Deja que la inclinación,
en tu mano de arquero
sea para la felicidad
Pues aunque Él ama
la flecha que vuela,
Ama de igual modo al arco estable.
en tu mano de arquero
sea para la felicidad
Pues aunque Él ama
la flecha que vuela,
Ama de igual modo al arco estable.
Tan hermoso como real, versos que siguen el curso real de la vida. Un abrazo
ResponderEliminarMe encanta Gibran, Eduardo.
EliminarUn abrazo.
Me dejaste sin palabras. Besos guapa
EliminarNo conocias a Gibrán, Pilar? A mi me ecanta. Mi preferida de él : el Loco.
EliminarTotalmente cierto... muchos padres deberían meditar sobre ello. Un besito, Sue.
ResponderEliminarPensaba que te había respondido, Fernando. Es lo que tiene tener el blog tan abandonado...
EliminarCierto, es asi y lo más saludable es aceptarlo.Un beso
ResponderEliminarAsí debería ser, Maite, pero no siempre se acepta. O bien porque no se sabe o también porque no se quiere.
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