sábado, 24 de octubre de 2015

El fantasma de la torre

La Torre estaba llena de personas deseosas de ver un fantasma.  Ana suspiró, llevaba siglos sin tener un día libre y con ese panorama se veía todo el día de aquí para allá, haciendo lo posible y lo imposible por complacer a los turistas. Aunque debía tener cuidado. También había niños y estos eran demasiado impresionables. Recordó como hacía unas semanas una niña había llorado aterrorizada y un niño se había abrazado con fuerza a las piernas de su padre, evitando mirarla.  Y es que no había tenido cuidado y la cabeza se le había caído justo en el sitio en el que la habían ejecutado.
Ana Bolena salió de Pedro Ad Vincula y se ajustó la cabeza sobre los hombros. Habían dicho de ella que había sido reina en la tierra y lo sería en el cielo. Lo primero había sido cierto, pero no así lo segundo. No. Después de muerta lo único que había conseguido era ser el fantasma oficial de la Torre de Londres.
Con resignación, salió al jardín. Algún día le llegaría el relevo, estaba segura. Candidatos no faltaban,
¡Había demasiados fantasmas reinando!

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