A principios de año todos éramos Charlie, ahora todos somos
París. Pero casi nadie hemos sido Turquía o Tunez y mucho menos Nigeria.
No sé, supongo que la gente blanca, europea y cristiana
tiene más valor que cualquier otra. Pues no, no es así. Todos somos iguales o deberíamos
de serlo.
Yo no voy a hacer una
oración por París, más que nada porque no soy creyente. De lo cual me alegro
cada día más. Yo voy a pedir un deseo:
que todo esto pare, tanto en Francia como en Nigeria. En Túnez. En Turquía.
En el mundo.
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