Ayer te volvimos a ver en televisión y no pude evitar emocionarme. Estabas delgado y
demacrado, pero vivo. Fue la buena noticia del día. Tu liberación y la de tus
compañeros.
Siempre me he preguntado por qué nadie decía nada sobre vosotros. Ahora lo entiendo, el gobierno
estaba trabajando para liberaros. Al menos, algo bueno han hecho.
Solo quiero darte la bienvenida a casa. A tu casa. Y darte
las gracias, a ti y a tus compañeros por todas las veces que habéis arriesgado
vuestra vida para informarnos de todas las barbaridades que se cometen en
nuestro planeta en nombre de… ¡no sé el qué!
Qué nadie, nunca más, se otorge el poder de privarle de libertad a persona alguna.
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